¿Por qué es útil el Fast Checking?



El mayor dilema al que se enfrentan los sistemas de verificación de datos, también conocidos como Fact Checkers, es la de mostrar una apariencia completamente neutral ante los ciudadanos.

No hay que ser una eminencia intelectual para intuir la tendencia ideológica de algunos canales de televisión o periódicos. Por lo que no es de extrañar que el ciudadano promedio desconfíe sanamente de los nuevos verificadores de datos que podrían correr la misma suerte.

¿QUIÉN VERIFICA AL VERIFICADOR?


El hecho de que haya alguien verificando información levanta suspicacias y la primera pregunta que emerge ante esta cuestión es ¿Quién verifica al verificador?

La duda es completamente natural. Pero no resulta lógico aferrarse a ella como justificación para no permitir la existencia de medios verificadores. En ese caso, lo que genera la desconfianza es la creencia de que un verificador es el último escalón en los sistemas de la información. Algo así como la verdad absoluta. Lo que, por cierto, no es real.

En la práctica, un medio verificador solo se dedica a recopilar datos y contrastarlos con fuentes oficiales que ya se usaban mucho antes de que el Fact Checking emergiera como una nueva tendencia en internet. Visto así, un verificador puede entenderse como un divulgador de datos contrastados o un intermediario entre las fuentes oficiales y el ciudadano.

POR QUÉ ES ÚTIL EL FACT CHECKING


Una de las funciones positivas de la existencia de los Fact Checkers, es el hecho de que actúan como puente entre la información oficial y el ciudadano de pie, ofreciendo un lenguaje sencillo de entender a la vez que lleno de referencias.

La existencia de los verificadores permite crear un nuevo ecosistema, basado en la misma premisa con la que fueron creadas las bibliotecas. Un centro informativo neurálgico en donde se cruza información de todo tipo y en donde las personas pueden, libremente, acceder a la información que hay en ellas.

Además, los Fact Checkers permiten enfocar en aquellos hechos se pueden contrastar de manera universal. Mientras en una biblioteca clásica puede haber libros de ciencia ficción, mitología nórdica e historias épicas, en un medio de verificación la información se enfoca por sobre todo en datos pragmáticos, con importancia para el mundo práctico.

Sin la existencia del Fact Checking, lo que sucedía es que los hoax o bulos se movían por internet hasta llegar a una persona. Entonces al individuo tenía dos caminos: aceptar el hecho como verdadero o buscar más información para contrastar. Los valientes que elegían la segunda opción debían contar con cierto conocimiento técnico básico para enfrentarse a los millones de búsquedas que puede ofrecer un buscador y luego gastar otra cantidad de tiempo en hacer la criba necesaria para completar el contraste.

En este caso, los Fact Checkers reducen el tiempo de búsqueda. Actúan como un nodo organizado que facilita el proceso de contraste.

EL FACT CHECKING NO DEFINE EL PENSAMIENTO DE LAS PERSONAS, A MENOS QUE ESTEMOS EN UNA SOCIEDAD DE ESTÚPIDOS


Otra de las dudas expuestas con los sistemas de Fact Checking es la idea de que podrían crear sesgos informativos en las personas, al aplicar un proceso de selección arbitrario a la hora de desmontar la información identificada como bulo. Algo que, según algunos, podría estar empujado por oscuros intereses ideológicos.

Es decir, en un mundo con creadores de bulos con todo tipo de tendencias ideológicas, podría suceder que un medio de verificación se dedicase solo a desmontar mentiras de determinada ideología, creando la falsa sensación de que sus contrincantes ideológicos son más honestos, porque no sufren de este escrutinio y análisis constante.

Sin embargo, este tipo de pensamiento está basado en la premisa de que el ser humano es estúpido y no es capaz de reconocer los desequilibrios informativos derivados de intereses ideológicos.

En este punto, es importante recordar que la labor de un Fact Checker no es señalar al que dice la verdad, sino simplemente coger hechos y desmontarlos. Entonces, para los que piensan que el ser humano es estúpido por esencia, más vale que los verificadores desmonten información de manera igualitaria, para evitar que la gente llegue a conclusiones sesgadas sobrte tal o cual ideología.

La otra opción es convivir con la idea de que los verificadores pueden verificar lo que quieran, sin importar si se enfocan exclusivamente en una ideología o no. Y, en ese caso, habría que confiar en las libertades propias de este apartado y que permiten la creación de medios especializados que cumplan con la tarea de desmentir lo que falta.

LOS HECHOS EXISTEN, LAS VERDADES INALTERABLES TAMBIÉN Y ESO NO TIENE NADA QUE VER CON LAS NOTICIAS FALSAS


Hay algunos osados que, para desmentir la utilidad de los fact checkers, se han lanzado a decir que los hechos no existen y por tanto es ridículo intentar hablar de ellos o buscar su veracidad a través del Fact Checking. Es decir que si tú te tomas un café por la mañana y tienes certeza de haberlo hecho, puede que ese hecho no haya existido y es mejor que ni te lo cuestiones porque es una pérdida de tiempo. Lo que, en realidad, no parece muy razonable.

Esta confusión es producto de una serie de artículos escritos en lengua inglesa, que critican el concepto de Fake News. En ellos se expone la dificultad para definir qué son y se explica por qué este concepto ambiguo puede transformarse en un arma arrojadiza, según los intereses de partidos políticos o cualquier otra ideología de turno.

Por lo mismo, si intentamos desmontar el funcionamiento de los verificadores apoyándonos solo en la idea de que trabajan con un concepto difícil de definir como son las Fake News, pues vamos mal. Porque los verificadores cumplen un rol mucho más profundo que la revisión de Fake News.


Podemos dejar de usar cuchillos a la hora de cocinar, por el miedo de que estos sean utilizados para matar a alguien. Abandonaríamos una herramienta útil como el Fact Checking, pensando en el mal uso que se le podría dar.

Por otro lado, y más allá de la definición de noticias falsas, hoax o bulo, tenemos que hablar de los hechos impepinables. Es decir, aquellas verdades que independiente de quién las lea e independiente de la ideología de quién las experimenta, existen. Como que el agua moja, el fuego quema y que si mezclas alcohol con anfetaminas puede que no te pase nada bueno.

En ese sentido, no nos podemos estancar en la definición de las Fake News para poner en duda la existencia de los hechos y en consecuencia la utilidad de los Fact Checkers. Si eso, tenemos que recordar la meta superior, que es aprender a encontrar esas verdades inalterables que trascienden a las personas y sus épocas.

Una tarea que no es nada fácil y en donde los Fact Checkers, si se organizan lo suficientemente bien y crean un ecosistema que se gane la confianza del ciudadano promedio, pueden ser una excelente herramienta informativa.

DIVERTIRSE ESTÁ MUY BIEN, PERO OTRA COSA ES INVENTARSE COSAS QUE PUEDEN PERJUDICAR A OTROS


Otro punto para declarar que la existencia de verificadores no es necesaria y hasta podría ser inútil, es el argumento de que muchos sitios webs ofrecen noticias imprecisas o bulos a modo de entretención. Es decir, que la existencia de verificadores podría poner en peligro la fuente de ingresos de páginas web que viven de este tipo de contenido y que entran en la categoría de satíricas o sarcásticas, con una fuerte presencia de clickbait.

Pero este tema es delicado. Con el tema de los chistes también han habido problemas. Como lo sucedido en París y el semanario Charlie Hebdo. Unos terroristas, kalashnikovs en mano, mataron a varios trabajadores del periódico y varias personas más, en respuesta a unas caricaturas que se habían publicado en el seminario y que dejaban en mal pie a Mahoma. En este caso, nada justifica el asesinato de estas personas, pero los hechos dejan entrever que el tema de las bromas y chistes no es tan light como parece. 

No nos viene mal, entonces, intentar negociar en conjunto y como sociedad, una alternativa que deje contentos a los que buscan la verdad y también a aquellos que podrían ver en los bulos un peligro completamente innecesario. De paso, podríamos hablar también de respeto.

Un chiste puede matar, ciertamente. Y puede molestar, especialmente a aquellos que no tienen sentido del humor. Pero eso no implica eliminar los chistes del mundo. Sin embargo, no es mala idea hablar sobre la forma en que ellos pueden producir determinados resultados indeseables y establecer algunas normas de fair play con respecto a ellos.

LOS VERIFICADORES NO NECESITAN NOTICIAS FALSAS PARA EXISTIR


Puede que resulte muy difícil encontrar verdades absolutas y colectivas en un mundo bombardeado de subjetividad. Pero esta dificultad no es causa excluyente para dejar a los Fact Checkers lejos de la red. Al contrario, ellos parecen ser una célula importante en un organismo social que se expande, al igual que la información que produce.

La clave, más allá de las paranoias, es entender que los verificadores son como las bibliotecas. Enormes estanterías llenas de datos que sintetizan el conocimiento y ofrecen atajos para aquellos poco expertos en la búsqueda de contenido.

Visto así, no dudo en que bien estructurado y con un acuerdo social no excluyente, los ciudadanos en conjunto podamos hacer de los Fact Checkers nuestra propia Biblioteca de Alejandría. En donde los datos registrados sirvan para el debate intelectual de aquellos que en vez de libros, puedan cogen un tuit, un artículo o un vídeo de la hemeroteca.

Los Fact Checkers no necesitan noticias falsas para existir. Solo necesitan un poco de voluntad y menos miedo de los ciudadanos que, empujados por el ideal de la verdad, pueden aprovechar esta oportunidad para construir nuevas estructuras en la red. No de censura ni de vigilancia, sino de puro sentido común. Para no perder de vista la verdad colectiva en medio de tanta ideología de cartón y novelas de Orson Welles.




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