Quizá lo más impactante de la película El Hoyo sea su reflejo fiel de una sociedad dividida en muchos más niveles de lo que un ciudadano promedio se puede imaginar. Por sobre todo, la exposición del salvajismo y la falta de lógica que abunda en los estratos más desesperados. Como un pueblo anestesiado, dormido de hambre y al que solo le importa cubrir sus necesidades básicas, pero a lo bestia.
El Hoyo no es una película fácil de ver. Escenas de canibalismo, sangre a chorros y uno que otro gemido erótico no son suficientes para tapar verdades incómodas que no sé si el director, Galder Gaztelu-Urrutia, ha puesto allí a propósito. Pero de que están, están.
Tal como lo ha mencionado el propio director de El Hoyo, la película tiene un desarrollo y final abiertos para que el espectador complete la historia con su propia interpretación.
Para algunos será una excelente película de terror, mientras que para otros podría ser un descarnado manifiesto político. Algunos, incluso, podrán percibir un análisis profundo de la conducta humana y se verán reflejados en más de un personaje.
La película funciona como una crítica al capitalismo, pero también como una manifiesto que expone el nivel de violencia necesario para mantener el orden dictatorial. En este sentido, la película no es mezquina y da libertad para señalar a quién queramos. Incluso a nosotros mismos.
El Hoyo no es una película fácil de ver. Escenas de canibalismo, sangre a chorros y uno que otro gemido erótico no son suficientes para tapar verdades incómodas que no sé si el director, Galder Gaztelu-Urrutia, ha puesto allí a propósito. Pero de que están, están.
QUE SI EL CAPITALISMO, QUE SI EL COMUNISMO, QUE SI LA SOCIEDAD
Tal como lo ha mencionado el propio director de El Hoyo, la película tiene un desarrollo y final abiertos para que el espectador complete la historia con su propia interpretación.
Para algunos será una excelente película de terror, mientras que para otros podría ser un descarnado manifiesto político. Algunos, incluso, podrán percibir un análisis profundo de la conducta humana y se verán reflejados en más de un personaje.
La película funciona como una crítica al capitalismo, pero también como una manifiesto que expone el nivel de violencia necesario para mantener el orden dictatorial. En este sentido, la película no es mezquina y da libertad para señalar a quién queramos. Incluso a nosotros mismos.
LA COMIDA COMO METÁFORA DE TODA NECESIDAD
Quizá no sea coincidencia que la comida juegue un papel importante en la estructura que nos muestra El Hoyo. Un tipo de orden descaradamente parecido a la sociedad actual, en donde los de abajo comen las sobras de los de arriba. Aunque el panorama es mucho peor de lo que cualquiera se podría imaginar. Con niveles en donde ni siquiera se come y en donde filetear al prójimo parece ser la consigna.
De nada sirve pasar por bueno y tratar de convencer a los de abajo para que racionen la comida que baja a los niveles inferiores a través de una plataforma. De nada sirve tratar de convencer al resto de que el sistema inhumano de El Hoyo puede cambiar con la actitud de sus propios integrantes.
El director expone lo inútil del discurso amable y filosófico y cambia el tono para mostrar cómo, lamentablemente, el humano entiende a palo y cuchilla. Porque, incluso en sus momentos más oscuros, se supera a sí mismo con sus conductas de mierda.
EL INQUEBRANTABLE IDEALISMO DEL QUIJOTE
No parece coincidencia que el protagonista de El Hoyo lea cada cierto tiempo el libro "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha", que cuenta la historia de un personaje idealista y soñador. Un sujeto aquejado de un desvarío ingenuo, digno de aquellos que aspiran a alcanzar honores invisibles.
De la misma forma en que Don Quijote se enfrenta a los molinos de viento pensando que son gigantes. Así mismo, el protagonista se enfrenta a algo monstruoso que en realidad es pura estructura. Un tipo de orden que, paradójicamente, es alimentado por la falta de conciencia y solidaridad de sus integrantes. Los de arriba apenas aparecen y cuando lo hacen, literalmente, cagan a los de abajo.
El propio compañero del protagonista, un hombre de la vieja escuela que no tiene títulos, pero sí un cuchillo demasiado afilado, mea a los de abajo, para estupefacción del protagonista.
¿De qué sorprenderse, entonces, si aquellos que ni siquiera están arriba aprovechan su posición intermedia para pisotear y escupir a los que están más abajo? ¿Será esa una referencia a los burgueses arribistas y ateos que se cagan en los demás?
Un conductista diría que lo del abuelo es una conducta aprendida. Un condicionamiento operante. Una actitud de desprecio que aprendió como modo de sobrevivencia para los horrores de esta estructura llamada El Hoyo. Así como también es una actitud aprendida la de los pijos bien peinados que desprecian al que es diferente a ellos.
LO IMPORTANTE ES EL MENSAJE
El protagonista entró al hoyo para leer "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha" y de paso dejar de fumar. Lo segundo se cumple y lo primero también, pero de manera distinta. Él mismo se transforma en Don Quijote. Un loco que tiene unas ideas poco convencionales y que es empujado a nuevas batallas de la mano de un singular Sancho Panza.
Sin embargo, esta historia es más sangrienta y dolorosa. Como la historia de la humanidad. En donde podemos identificar tres clases de personas: los de arriba, los de abajo y los que caen. Estos últimos son los que comprenden donde está el problema de una sociedad hoyo, en donde una vida inocente tiene pocas posibilidades de seguir un derrotero distinto al de sus antepasados.
Pero todo es posible para Don Quijote. Ni habrá molinos tan grandes, ni gigantes tan feroces. Lo que importa no es la locura, sino el mensaje que esta pueda traer.